Es de esperar que el niño de tres años domine el lenguaje, es decir, conocer las vocales y consonantes y pronunciarlas sin confusión ni sustitución. Sin el niño comienza a tener dificultades para hacerse entender a esta edad, habría que pedir asesoría de un especialista.
Estamos en la edad del "boom" del vocabulario, de sus preguntas a papá y mamá, de su incansable búsqueda y utilización de cuanta palabra encuentra en el camino para decir lo que siente. La avalancha imparable de todas las dudas que se agolpan en su hambrienta mente serán todo un reto para los padres, que deberán contestarlas de la manera más cortés posible.
Hay también una tendencia normal al "yo, me mi, conmigo"; un egocentrismo que va delimitando su noción de existencia más claramente que antes, cuando se llamaba a si mismo por su nombre o como "niño" o "bebé".
Esto no significa que haya que "estandarizar" las capacidades de los pequeños, ni mucho menos preocuparnos por algunas deficiencias temporales. Cada niño es un universo y debemos tenerlo en cuenta cuando estemos a punto de caer en la tentación de llamarle la atención o frustrarnos y transmitirle nuestra frustración. Nada de eso arreglará aquello que suponemos deficiente; podríamos incluso estar promoviendo así verdaderos problemas de desarrollo.
Foto: UCSB.edu
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