Detectando y disminuyendo el ruido en sus vidas

El ruido es causa de muchos males en nuestra sociedad. Con mayor razón cuando se trata de los niños, en quienes sus efectos nocivos son aún mayores. Lamentablemente, el ruido está cada vez más presente en las situaciones cotidianas de los pequeños, expuestos al riesgo de problemas auditivos incluso en el aula.




En una fiesta familiar o cumpleaños

Ya son tradicionales las fiestas infantiles con animadoras, juegos y música. Pero muchos de estos grupos de entretenimiento usan el volumen alto en sus presentaciones para hacerse oír y neutralizar el ruido de los niños. Esto genera, además de problemas auditivos, problema también de conducta, estrés y agotamiento. De hecho, mucho del cansancio o sueño que sienten los chicos a llegar a casa después de una fiesta tiene la misma causa que cuando llegan del colegio: el ruido agota.


En la calle

Subir al bus, además del riesgo físico también significa un riesgo para la salud auditiva de los niños. En países donde el servicio de transporte es deficiente, se suman el traqueteo de la carrocería, el ruido del motor, los vendedores ofreciendo sus productos a viva voz y los gritos del cobrador llamando a la gente.

Esto no se termina al bajar del bus, pues el niño se encuentra con el ruido de las bocinas y el paso de los autos, ambulancias y bomberos.


En casa

En los últimos años las familias han ido aumentando, además de las horas que pasan frente a ellos, el tamaño y potencia de los televisores que compran. Los niños, "acostumbrados" cada vez más al ruido, suelen subir el volumen de los aparatos a niveles "normales" para ellos. El resultado es una contaminación sonora en toda la casa, con el resto de la familia gritando para hacerse oír o para que se baje el volumen del televisor.


En el aula

Diversos estudios lo comprueban: el ruido en un salón de clases promedio puede superar fácilmente los niveles de sonido saludables. Los elementos que más influyen son el número de niños en el salón, su conducta y el manejo del aula por parte del profesor.

Por ejemplo, cuando un profesor habla en el aula, se generan 30 decibeles. Pero el ruido de fondo, es decir la conversación de los alumnos, es de 60. Entonces el profesor levanta la voz con lo que se hace un círculo vicioso que termina en niveles de ruido tales, que igualan a los que harían a un obrero de fábrica ponerse protectores auditivos. Lo mismo sucede cuando los niños gritan más fuerte para hacerse oír por sus compañeros.





Incluso se han detectado en clase decibeles similares a los que produce un avión. Por ejemplo, en situaciones tan comunes como varios niños volcando un depósito de bloques para armar.


Efectos nocivos y acciones para evitarlos

El resultado directo de todo esto es el aumento acelerado en las consultas por problemas auditivos de los niños; el efecto psicológico es más difícil de relacionar. Nosotros hemos vivido con niveles de ruido mucho menores y podemos percibir como ha ido incrementándose el ruido en nuestra vidas. Pero nuestros niños han nacido con eso niveles de ruido y es una realidad que no pueden comparar. Entre los efectos nocivos más importantes realcionados con el ruido en los niños e encuentran:

  • Estrés.
  • Insomnio.
  • Dolor de cabeza.
  • Desconcentración.
  • Hipertensión.
  • Tensión muscular.
  • Molestias estomacales.
  • Disminución de la agudeza visual.
  • Bajo rendimiento escolar.
  • Baja capacidad para concentrarse, descansar y memorizar.

Es necesario por eso que, tanto los padres de familia como los profesores, detectemos el origen de los ruidos que perciben los niños y buscar su disminución. Algunas de las acciones que se recomiendan son:

  • Bloquear el volumen en los televisores y otros equipos de sonidos que tengan esta función.
  • Acondicionar amortiguadores de ruidos en los ambientes, como cojines y muebles de madera.
  • Enseñar a los niños a modular la voz.
  • Buscar vecindarios tranquilos y las rutas menos transitadas.
  • Y lo más importante: hagamos oídos sordos esa tradición popular tan difundida por la que "hay que acostumbrarlo al ruido desde chiquito"; no es justo.
  • Resaltemos en sus vidas la importancia del silencio, no solo para estar sanos, sino para estimular su capacidad de reflexionar, actuar y tomar decisiones acertadas.

Si queremos que nuestros hijos vivan y se desarrollen sanamente, una manera de hacerlo es regulando el ruido en sus vidas. El que tenga oídos...que oiga.

Más información sobre el ruido y los niños en Dsalud.com.


Imagen: Montecruz Foto en Flickr.


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