Jardines de infantes rurales: para llegar más lejos

"Todos los niños tiene derecho a una educación...". Así lo hemos escuchado siempre. Pero hay muchos niños que no disfrutan del privilegio de una educación de calidad por vivir lejos de las ciudades.


Afortunadamente, diferentes organizaciones privadas y gubernamentales se dedican en varios países a acercar la enseñanza a las zonas más alejadas. Su esfuerzo es recompensado con el progreso en la vida y con la alegría en el rostro de sus alumnos.

Las posibilidades de progreso y desarrollo personal en el campo son mucho menores que en la ciudad. El acceso a los medios de comunicación, servicios básicos y comercio es muy limitada en muchos centros poblados, donde las condiciones de vida son difíciles y la salud es un problema latente. Es a estos lugares tan alejados hasta donde llegan docentes de vocación llevando esperanza a los más pequeñitos.

Diversas organizaciones han puesto manos a la obra. A través de una exigente capacitación, forman profesores especializados en la enseñanza rural que insertarán las más avanzadas técnicas de enseñanza a la zona donde les corresponda dictar clases, adaptándolas a su vez a la cultura, costumbres, lengua y realidad del poblado.

La vida en el campo tiene muchas ventajas. Los niños viven al aire libre, sin el temor a que se les cruce un auto y sin el estrés causado por la contaminación y el ruido. Todo lo que hacen, incluso cuando ayudan a sus padres en las labores del campo, lo hacen jugando.

La educación en los jardines de infantes rurales se rige por las lluvias, desbordes de riachuelos, por las epocas de vacunación de ganado o la disponibilidad de transporte. Esto hace que su programación sea totalmente distinta a la de un jardín de infantes urbano.

Al mismo tiempo que el docente conoce una nueva realidad, los niños también tendrán acceso a otras maravillas distintas de su vida cotidiana, cuando su profesor despliegue frente a ellos el mundo y sus posibilidades.





Los niños están mejor predispuestos a la tranquilidad y a la observación en el campo que en la ciudad, donde todo es vertiginoso. Por eso las posibilidades de crear actividades de este tipo con ellos son mucho mayores.

El estilo de vida de las familias en el campo también influye en los horarios de clase. El profesor debe entender la importancia de estos horarios en la vida familiar del niño y programar sus clases de acuerdo a ello.

Ya sea en una isla o en la montaña, los jardines rurales son un punto de encuentro entre la infinita curiosidad y capacidad de admiración de los niños, y el conocimiento y la vocación de servicio del profesor. El contacto con la naturaleza, el reconocimiento de otros modos de vida distintos, otras formas de ver la vida y la alegría y ternura de los niños son algunos de los muchos beneficios al emprender esta aventura.

Para los niños está el aprendizaje de nuevas cosas, compartir conocimientos, juegos, ceremonias y actividades con otros niños en el jardín. Pero sobre todo, recibir la semilla de la esperanza en el futuro, el desarrollo de sus habilidades y el reconocimiento de sus propias posibilidades.

Aquí te dejamos con un lindo ejemplo de éxito: el Proyecto para el Mejoramiento de la Educación Rural (PROMER y PROMER II) del Gobierno Argentino, con el apoyo del Banco Mundial:




Más información sobre Educación Rural en: DESCO y IIIEPE.

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