Los niños y el mar: una amistad que no sabe de estaciones

La gran mayoría de personas hemos experimentado la fascinación por el mar desde pequeños y muchos la hemos olvidado al pasar los años. Por eso, antes de enojarte por la insistencia de tu hijo para visitar el mar, haz una pausa y recuerda las alegrías con que alimentó tus recuerdos.


Nuestra vida siempre ha estado estrechamente vinculada al mar. De él hemos salido, nos da alimento, diversión y hasta energía. Los niños sienten esa conexión de manera natural y por eso se les ve tan felices cerca de la orilla, como si se encontraran con un compañero de juegos muy especial.

Pero pensar que el mar está reservado para los meses de verano es perder muchas de las ventajas que atesora y que se mantienen a lo largo del año.

Promover una amistad duradera entre nuestros hijos y el mar supone muchas ventajas.

Amplitud de horizonte


En estos tiempos en los que los horizontes de nuestros niños se reducen cada vez más a su habitación y aún más a la pantalla de su móvil, tener la vista que nos da el mar marca una gran diferencia. Contar con un campo visual profundo y en todas direcciones  promueve el desarrollo de la vista y del cerebro.

Aire puro


El aire que se respira en la orilla del mar es mucho más puro que el de la ciudad. Mientras el aire que respiramos entre edificios es una tremenda acumulación de gases contaminantes, la brisa marina nos alcanza luego de un viaje de miles de kilómetros por alta mar.





Vida natural


Tus hijos pueden ver en el mar a diferentes animales de tierra, mar y aire desarrollar sus vidas ante sus ojos. Gaviotas, delfines, cangrejos y muchas otras especies coinciden en un mismo lugar para el asombro de los pequeños.

Descubrimiento y exploración


Cada playa es una promesa de grandes descubrimientos para los niños. Las hay rocosas y arenosas, chicas y sin límites a la vista, desiertas y matizadas con lagunas y palmeras. Subir una pequeña roca que sobresale de la orilla, buscar conchas donde mueren las olas o cavar grandes pozos para atrapar al agua son algunas de las más grandes experiencias que atesoramos de nuestra niñez.

Libertad


La alegría de no estar limitado por paredes, ya sean las del colegio o de la casa, dejan una gran marca en los niños. Correr y correr sin que parezca que aquella alfombra de arena húmeda se vaya a acabar y acompañados por el susurro del mar son una experiencia única de infinita libertad.

De visita en verano, a la vista en invierno


No es necesario organizar todos los días una excursión a la playa cargando sombrillas, toallas y sillas. Basta con que mantengas a tus hijos cerca del mar para que puedan percibirlo. Muchas ciudades tienen sus límites en el mar. Pasear en malecones y parques desde donde puede verse su inmensidad es más que suficiente para cuando el verano se va.

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