Juegos y fantasías de los niños: Desfogando energía e imaginación

Lo fantástico es compañero inseparable de nuestros hijos a los tres años de edad. Cuando juega solo con su muñeca o su perrito de peluche se les puede ver conversando, repartiendo roles de conducta y departiendo como dos amigos entrañables. Incluso no te sorprendas si un buen día separa una silla del comedor o un espacio en su cuarto para su "amigo imaginario".


Esto no deberá causarte ninguna alarma pues es parte de la maravillosa etapa que vive tu hijo. Tampoco deberá ser motivo de burla ni comentarios preocupados en la mesa. El podrá captar la ansiedad en tus palabras y sentirse extraño o peor aun, culpable.

Con el tiempo se irá adaptando mejor al mundo de adultos y ya no tendrá necesidad de imaginar amigos. 

Al mismo tiempo, la casa o departamento en el que vive la familia se le hizo chiquita; no habrá puerta o pared que lo detenga. Es la época de empezar a disfrutar con ellos de paseos y juegos al aire libre. Verás como le encantan los columpios, subibajas, toboganes y otros juguetes y espacios de este tipo, en los cuales podrá descargar toda su energía; y a ti te encantará verlo.






Pero tal despliegue de vitalidad no va de la mano con el autocontrol. Eso todavía llegará tres o cuatro años después. El realmente quiere compartir su juego, pero es una noción de cooperación que aun no termina de descifrar.

El quiere ser "el que juega". por eso se darán situaciones en las que, por ejemplo, al ver a un niño subirse a un tobogán, el se apresurará a hacer lo mismo, provocando incluso que ambos resbalen enredados hasta el piso, y reclamen al mismo tiempo a sus mamás con lágrimas en los ojos.

O si ve a un niño haciendo cerritos de arena, pues el irá ahí mismo a hacer los suyos, o les echará arena a los cerritos del otro niño, creyendo ayudarlo.

Estas situaciones típicas no sólo se dan con tu hijo. Todos los niños son así; es parte de la psicología de la edad. Sólo queda recomendar y exhortar a los padres y maestros a ejercitar la tolerancia y la comprensión de la que seguramente serán varias peleas y llantos por venir.

Foto: Katmary


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