Cuentos infantiles sobre la vanidad: la margarita y el gorrión

Al norte de aquel país existió hace mucho un maravilloso lugar, lleno de prados, colinas y riachuelos, y alfombrado de margaritas hasta donde daba la vista.


En el centro de aquel paraíso, una linda margarita se elevaba esbelta, oronda y orgullosa hacia el Sol; adoraba pasar los días disfrutando de sus rayos.

Cierto día, la margarita notó que una enorme figura se movía por el cielo. No lograba reconocer que podría ser, pero de lo que sí se dio cuenta enseguida era de que iba a taparle el Sol.

-¿Pero que podrá ser eso? -Se preguntó fastidiada. -Tapará mi Sol y no podré seguir disfrutando de su luz y calor.

Un conejo que por ahí saltaba acertó a escuchar las quejas de la margarita.

-Pues a mi me parece que el día se está abrigando con su cobija -le sugirió el conejo.

Esto no hizo otra cosa que confundir más a la flor, pues no creía posible que hubiera una cobija en el cielo. Además, que cama podría cubrir con semejante tamaño!

La gran sombra seguía avanzando, indiferente a la angustia de la pobre florcita. Una ardilla cruzó por delante de ella pero ésta no la vio. Sólo se dio cuenta de su presencia cuando le habló con una tímida voz.

-Es un arco iris triste en busca de inspiración -le susurró casi la ardillita.

-Tonterías! -le cortó la flor, sin siquiera dignarse en bajar sus petálos para mirar a quien le hablaba. -Un arco iris no se mueve ni ruge de esa manera.





El conejo, que lo había oído todo, le dijo algo muy bajito a la ardilla y juntos decidieron alejarse de ahí, no sin antes dirigirse una mirada de tristeza a la flor.


Resultó que aquel inmenso campo de flores era la ruta de una bandada de gorriones hacia el sur. Uno de ellos se detuvo cerca de nuestra margarita en busca de gusanillos o cualquier cosa que le diera nuevas energías para seguir con su largo viaje.

Al oír unos gemidos alzó la vista y vio a la margarita.

-¿Qué te sucede, margarita? -se interesó el conejo.

La margarita, con un tono altanero y el rostro siempre hacia el cielo, le increpó:

- ¿No es obvio? Aquella sombra enorme esta a punto de cubrir mi Sol, y no me dejará seguir disfrutando de su luz ni de su calor. Eso estropeará mi belleza. ¿Qué podrá ser?

A lo que el gorrión, con una media sonrisa cargada de travesura, le respondió:

-Pues yo no creo tan importante saber lo que es, querida margarita -le dijo. -Pero lo que sí sé es que así como tapará el Sol, dejará de hacerlo al poco tiempo. Por eso te sugiero que trates de ver menos hacia arriba y más a tu alrededor, así no estarás tan pendiente del Sol  y de tu belleza, tan fugaz como el paso de aquella sombra frente al Sol. La belleza está a tu alrededor, y en saber apreciarla.


La margarita, por primera vez en su vida, inclinó sus pétalos hacia el gorrión, avergonzada. Al hacerlo, sus ojos descubrieron el paraíso en que vivía y la vida que la rodeaba. Luego, correspondió la amistad que con una sonrisa le ofrecía el gorrión, siguiendo su vuelo de regreso a la bandada, hasta que lo perdió de vista.

En ese momento, el avión -eso era aquella sombra enorme en el cielo- tapó y destapó el Sol en un instante; pero la margarita nunca lo notó. Estaba ocupada disfrutando de la belleza que la rodeaba.


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