Cómo influye en tu hijo lo que le dices

Todos buscamos que nuestros hijos se desarrollen y crezcan sanos y capaces de enfrentarse al mundo. Pero a veces utilizamos palabras equivocadas para ayudarlos a lograrlo, a veces creyendo hacerles un bien y otras veces por no saber controlarnos y pensar, antes de hablar y reaccionar.


Es difícil encontrar a un padre de familia que no haya perdido el control, pero lo importante es aprender y mejorar el acercamiento a nuestros hijos y como los tratamos, pues eso influirá en su autoestima, optimismo, sociabilidad y capacidad para dar amor.

Comparando algunas frases que se suelen usar entre padres e hijos, podemos empezar a descubrir las cosas que podemos mejorar.

1. Si le dices "¿Pero a quién saliste tan malo?" estarás haciéndole un gran daño, pues nuestros hijos tienden a pensar de sí lo que decimos de ellos. Por el contrario, al decirle "¡Eres maravilloso!", le haces ver lo valioso que es para ti y hará más de lo que esperas de él.


2. "¡No sirves para nada!" lo hará pensar que poco o nada puede lograr en la vida. Si eso lo cambias por "No sé que haría si tu no me ayudaras", se sentirá seguro, confiará en sus capacidades y cometerá menos errores.

3. "!Cállate!" es una orden a gritos y esas no educan; sólo ponen nerviosos a todos y crean un mal ambiente. Por el contrario "¿No estás hablando demasiado?" Lo hará reflexionar sobre la necesidad de corregirse. Sólo basta hacerle la pregunta.

4. "¿No te da vergüenza lo que has hecho?" lo hace sentir culpable y no lo ayuda a mejorar. Pero "Confío en que no volverás a hacerlo" lo ayudará a tomar conciencia de su falta y a evitarla en un futuro.

5. "!A su padre no se le discute!" es una clara señal de autoritarismo y represión, que tampoco educan. Así sólo lograrás que se porte bien únicamente frente a ti, y por temor.  Con "A mí no me parece, pero... ¿qué piensas tú?" promueves el diálogo, la autodisciplina y el comportamiento responsable.

6. "No te quiero cuando te portas mal", es terrible. Los niños necesitan sentirse amados aunque no aprobemos su comportamiento. Podrías conjugarlo así: "Te quiero...pero no me gusta la manera en que te estás portando", mostrándole amor y firmeza al mismo tiempo; ambos son necesarios.





7. "Así aprenderás a portarte bien", acompaña al castigo físico, que tampoco educa; más bien atenta contra la dignidad del niño y lo acostumbra a resolver sus problemas con violencia. Pero "Esto me parece grave; tenemos que conversarlo", puede convertir la situación más delicada en una experincia positiva.


8. "Te lo he repetido miles de veces y aún no entiendes", sólo logrará hacerle pensar que es inútil esforzarse porque no sirve para el estudio. "Esto no es fácil. A todos nos costó aprenderlo. Te ayudaré", necesita más paciencia, pero les permitirá ver a ambos que el aprendizaje puede ser lento y pesado y que exige mucha repetición.

9. "Es la tercera vez que te lo digo. !Vas a ver cuando llegue tu papá!". Primero: una amenaza no es una respuesta válida; segundo: te muestra como la débil y a tu pareja como el fuerte y que aplica los castigos. "Lo siento, pero tú no debes hacer eso porque..." es más razonable, firme y amable al mismo tiempo. Debes explicarle a tu hijo el por qué de las cosas y decisiones que se toman.

10. "¡Tan despeinada que andas siempre!"; ese "siempre" es lapidario. Debemos ser prudentes al señalarle sus errores. Por ejemplo, "Me encanta como te ves ¡Qué linda te queda esa chompa verde!" recalca sus cualidades y todo lo positivo que tiene, contribuyendo a que tenga una buena imagen de él mismo.

11. "No me convence esta libreta. Tus notas podrían ser mejores" ¡No lo hundas acentuando sus fracasos! Mejor prueba la próxima con "!Qué bien! !Cómo has mejorado en Inglés!". Lo levantarás felicitándolo por sus pequeños triunfos.

12. "Con este flojo no hay nada que hacer", terminará por creerlo y perderá el deseo de triunfar. "Estoy segura que te va a salir bien ¡Eres muy hábil con las manos!". El sentimiento de ser digno de tus elogios lo impulsará a ser mejor.

13. "¡Así que tú no lo hiciste! ¿Y te imaginas que te voy a creer?". La desconfianza rompe la comunicación e induce a comportamientos hipócritas. "No te preocupes, yo te creo". La confianza por otra parte lo acostumbrará a decir la verdad sin temor.


14. "¡Otra vez llorando por nada!". Pero si llora es porque algo le pasa; debes tratar de descubrirlo. Prueba con "Ven con tu mamá, ya te va a pasar". Si la pena o el dolor son pequeños, pronto dejará de llorar. Si hay algo más, nuestra actitud cariñosa nos permitirá descubrirlo.

15. "Deja eso; a ti nada te sale bien!" destruye la voluntad del niño por intentar cosas nuevas. "Inténtalo, ¡tú puedes!", es mejor y si el reto está a su alcance, con tu ayuda lo logrará.

Habrás podido notar que son más las frases negativas que las positivas las que les decimos a nuestros hijos. Exígete y cambia eso poco a poco. No es fácil, pero te aseguramos que es lo mejor para tu hijo y tu relación con él, hoy y mañana.


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