¿Cuánto dolor siente el bebé durante el parto?

En el momento del parto el bebé también pone su cuota de esfuerzo físico y estrés debido al cambio de su entorno y por la presión que su cuerpo recibe durante todo el proceso. Se sabe que sienten dolor, pero su intensidad dependerá de las condiciones en el momento de dar a luz y de las dificultades durante el embarazo.


La actitud del bebé durante el parto es todo menos pasiva, pues colabora en forma activa para llegar al mundo sano y lo más rápidamente posible. Sólo imaginemos que nos empujan por un tubo estrecho, caliente, oscuro y poco flexible. Por eso es normal asumir que el bebé siente dolor durante y después del parto, pues debe pasar de un útero con sonidos rítmicos, líquido y palpitante hacia una repentina explosión de luz, ruido desordenado y frío.

Ten en cuenta que cuanto más cerca del término del embarazo esté el bebé, más desarrollado estará sus sistema nervioso y su cerebro recibirá mejor las necesarias alertas de dolor.

El paso por el cuello uterino

El trayecto es de apenas unos 20 centímetros, pero el viaje puede tardar horas. Durante ese tiempo, el bebé debe soportar una gran presión. Las contracciones oprimen la placenta, produciendo una disminución de la provisión de oxígeno al bebé.





Debido a la opresión sobre su cabeza y la momentánea falta de oxígeno, se genera una gran cantidad de adrenalina y noradrenalina (las "hormonas del estrés"),  que concentran el riego sanguíneo hacia lo órganos vitales. Esto dota al bebé de una reserva de sangre con alto contenido de oxígeno, necesaria para el gran esfuerzo que realizará a continuación.

El momento de la expulsión

El último dolor lo sentirá al salir, donde su organismo deberá empezar a respirar por su cuenta. Para el bebé significa un caos biológico que resulta muy doloroso. Los pulmones se hinchan y la sangre se ve obligada a cambiar su recorrido. Las hormonas del estrés se encargan ahora de que el liquido amniótico que queda en sus pulmones sea mejor absorbido para dejar espacio al oxígeno.

Afuera, todos los estímulos amortiguados por el cuerpo de la madre saturan los sentidos del bebé; la luz lo enceguece y la gravedad cae sobre sus extremidades acostumbradas a flotar. Su cuerpo húmedo pasa del calor al frío en un instante, razón por la que debe ser cobijado de inmediato.

Como vemos, el bebé siente dolor; pero es un dolor necesario para activar los diferentes mecanismos que le permitirán nacer en las mejores condiciones posibles.

Finalmente, el bebé recibirá su recompensa: el tibio pecho de mamá, donde encuentra alimento, calor y descanso luego de su batalla por nacer.

Imagen: Federico Mena Quintero en Flickr.

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