La simple belleza de un bebé comiendo por primera vez

Tu bebé está listo como siempre para su leche materna. Pero esta vez le tienes una sorpresa. A sus seis meses, ya no solo será un bebé tomando su leche, también será un bebé comiendo por primera vez.



Has tenido mucho cuidado de elegir la silla de comer para bebés más cómoda pero a la vez sencilla. nada de cosas sofisticadas o esos armatostes que parecen carros del futuro. Tan solo basta una silla de madera pulida, de contornos redondeados y con un ligero acolchado donde tu bebé se siente con comodidad.

Y desde su babero, un osito te sonríe, tanto como él.

Las indicaciones del pediatra fueron detalladas, pero las dudas aún te acompañan. ¿Le gustará este puré de papa amarilla con su gotita de aceite de oliva, una pizca de sal y una nadita de mantequilla?

La silla esta servida. La abuelita le obsequió a su nieto una linda cucharita con borde de goma roja. Probarás primero con esa y luego con una de plástico duro. "Hazlo con calma, no tiene que gustarle desde el primer día" te dirá el pediatra.

Pero el día parece saber lo que va a suceder en ese comedor. El sol ha salido brillante y tu hijo esta de un humor inmejorable. Su sonaja favorita le acompaña respondiendo sus golpes con susurros, no importa cuantas veces caiga al piso.

Mientras tanto, sirves la comida de bebé en un tazón de cerámica. Está tibia, con una pizca de sal y una gota de mantequilla. El aroma no puede ser mejor y es lo primero que percibe tu hijo a lo lejos. Sus ojitos se preguntan qué es ese olor hasta que este toma el lugar de la querida sonaja.





Ya frente a él, tu voz no puede significar otra cosa que ternura y buenas noticias para tu hijo. El mensajero sale del puré con la cabeza de goma roja ligeramente matizada de amarillo y roza sus labios, que parecen invitar a la lengua a salir y probar aquel nuevo sabor.

Lo que temías. Un ceño fruncido, pero momentáneo. Otra pizca de puré roza sus labios, que ya destilan, que ya avanzan, que se enredan, se abren y cierran y luego se quedan abiertos al ver que viene más.

¡Le gustó!, lloras por dentro de alegría. ¡Le gustó!, y el día no puede ser más luminoso.

Y vez sus manitos extenderse hacia el tazón. Cuidado que lo bota. Y salta en el asiento de entusiasmo por aquel sabroso descubrimiento. Tu hijo dio un gran paso, de muchos por venir. Y en el camino no dejó ni un poco de puré en el tazón. ¡Apa!, suficiente por hoy.

Le retiras el babero de su cuello, limpias los pedacitos de puré de sus comisuras y levantas a tu bebé de su silla. Te oye feliz y tu hijo es feliz; sabe que algo han logrado juntos y que por él eres feliz. ¿Sabrá que es por él? Déja que lo sepa, prémialo contigo a su lado a la hora de dormir.

Mañana... seguirá creciendo.


Imagen: Sanutri en Flickr


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