Pasando de la "diversión" al "entretenimiento" infantil: un cambio que paraliza

El juego es una de las herramientas más poderosas para el desarrollo infantil. Su inclusión en la vida de los niños es un gran estimulante de sus habilidades mentales y físicas, ofreciendo nuevas y variadas oportunidades para que reconozcan y potencien sus talentos.


Sin embargo, en los últimos años la idea de "juego" parece haber cambiado mucho, haciendo que se hable cada vez más de "entretenimiento" y menos de "diversión".

¿Acaso hay alguna diferencia?


En realidad, sí. Las diferencias son muchas, pero la más importante es que la diversión está más relacionada a la actividad, al movimiento y a la interacción directa con otros niños y personas, mientras que el entretenimiento es todo aquello que nos "mantiene ocupados".

"¿Por qué no vas a ver lo que está dando en la tele?"


Muchos de los que hoy somos padres podríamos sentirnos identificados con esta frase. Nos la decían nuestros padres, generalmente cuando estaban ocupados, querían evitar que interrumpamos una reunión en casa o simplemente buscaban la manera de no estar permanentemente pendientes de nosotros. Es aquí donde se reforzó la idea de mantener entretenido al niño.

El juego como un aliado de los padres antes que de los niños


Poco a poco, los juegos fueron adquiriendo mayor importancia para padres que se agotaban por estar vigilando a sus hijos. Lo que importaba era neutralizar al pequeño, no tanto que le ayude a desarrollarse. Se llegaron a extremos, inundando la vida de los pequeños con cumpleaños, talleres, cursos extracurriculares, clases de música, buscando siempre que "esté ocupado", no necesariamente haciendo lo que le gustaba.

Por eso, cuando aparece internet y los primeros juegos por computadora, el éxito fue total. Su eficiencia en mantener al niño neutralizado era mucho mayor que la "caja boba" y otras actividades impuestas.

Las computadoras y la "diversión estática"


Conforme el ritmo de vida se fue haciendo cada vez más vertiginoso y la inseguridad aumentaba en muchas ciudades, la casas se convirtieron en refugios y las computadoras se transformaron en el mejor amigo de los niños, cada vez menos "expuestos" a la diversión al aire libre.

Si volviéramos al pasado y evitáramos de alguna manera la invención de las computadoras y de los accesorios tecnológicos, con el crecimiento demográfico probablemente los parques estarían repletos de niños. Pero lo que se ve hoy es que sucede lo contrario; hay menos cantidad de niños en los espacios públicos de los que habían hace algunas décadas atrás.





Una conexión forzosa


Es por eso que a muchos papás nos choca cuando vemos cómo la publicidad de los videojuegos buscan relacionar sus productos con experimentar fantásticas aventuras, rodeados muchas veces de entornos naturales en los que los niños corren, saltan y hasta vuelan. 

En la vida real, estos juegos no hacen otra cosa que atornillar a nuestros hijos a sus sillones durante horas, atrofiando sus cuerpos y mentes e incluso dificultando su capacidad de socializar.

Las redes sociales ponen la cereza en el helado


Las mismas razones que hicieron un éxito de los videojugeos son las que posicionaron a las redes sociales como aquella burbuja artificial en la que hoy los niños aprenden a socializar. Tanto así que son más las horas que pasan los niños chateando que conversando cara a cara. Esto sin contar los nuevos peligros que ofrecen para su salud y su seguridad.

¿Cómo evitar la poderosa influencia de estas tecnologías en nuestros hijos?

Nuestra responsabilidad como padres


Frente a esto, los padres de familia no podemos asumir la actitud de "así son los niños de ahora", sino más bien reflexionar sobre aquello de lo que estamos privándolos por no tomar la actitud correcta.

Entre las cosas que se pueden hacer para que nuestros hijos se diviertan más, están las siguientes:

  • Buscar oportunidades para salir con nuestros hijos de casa.
  • Promover que conozca a otro niños del barrio.
  • Ayudarlo a descubrir su talento, exponiéndolo a diversas actividades.
  • Conversar durante el almuerzo, la ida al colegio, a la hora de dormir o en cualquier oportunidad que se ofrezca.
  • Regular el tiempo que utiliza las pantallas en general. Explicarle los riesgos para su mente y su vista.
  • Redescubrir con tu hijo esos juguetes olvidados en el baúl.
  • Escuchar música variada en casa.
  • Fomentar la lectura con historias que le atraigan.

Con estas y otras pautas similares haremos posible que nuestros hijos se desarrollen divirtiéndose más que "entreteniéndose" con lo que hacen. No tengas duda de que te lo agradecerán cuando crezcan.

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